Elda, París… Bruselas

Elda, París… Bruselas
15 julio 2022
Un mediodía de primavera, pongamos por caso, usted camina por la calle absorto en sus pensamientos o en una conversación con su acompañante. De soslayo capta el pelo color berenjena del joven sentado en una terraza, inclinado sobre su móvil. Le dirige una mirada discreta o descarada, curiosa o indiferente, y luego pasa de largo, vuelve a lo suyo y se olvida del joven.
 
Detrás de usted viene un fotógrafo. Su mirada bien entrenada, en cambio, va más lejos que la suya: detecta una coincidencia cromática entre el pelo, el respaldo de la silla y el tinto de verano. Un golpe de adrenalina activa su instinto de cazador. Sujeta con firmeza su camera, siempre presta en su mano derecha, posando con suavidad el dedo índice sobre el botón de disparo. Calcula distancias, ángulos, encuadres. Ralentiza el paso. Rectifica el rumbo.
Comprueba luces y sombras. Y en una fracción de segundo, sin apenas detenerse, se lleva la Leica a la cara, compone, encuadra, dispara. Clic.
Ha nacido una foto callejera o “Street Photo”; una fotografía urbana que lo mismo podría estar tomada en Roma, Londres o Nueva York, y que solo usted, vecino de Elda, puede situar, por los comercios del fondo, en la calle Juan Carlos I de su ciudad.
 
Una prostituta fumando un cigarrillo. Clic.
Una joven atándose los cordones de las botas. Clic.
Un perro curioso entre ancianos en plan los lunes al sol. Clic. 
Una silueta recortada en una fachada alicatada de intenso cobalto. Clic.
 
El fotógrafo se llama Eric Borremans (Bruselas, 1958). Apasionado de los viajes, Eric recorrió durante veinticinco años los cuatro rincones del mundo como tripulante de las líneas aéreas belgas. Aprendió a patear la calle mirando a la gente, observando sus costumbres, descubriendo lugares y tradiciones extrañas. Hace diez años, su penúltimo aterrizaje lo llevó a conocer a Mercedes Candelas, recién estrenada como presidenta de la Asociación Fotográfica de Elda. La contagiosa pasión de Mercedes por la fotografía le hizo participar en un taller del maestro Alberto Verdú, de Monóvar, donde su cerebro hizo el primer clic. Desde entonces, Eric no ha parado de estudiar a quienes se han convertido en sus referentes, como su compatriota, Harry Gruyaert, o como Daido Moriyama o Alex Webb; y en sus maestros, como Jota Barros y Rafa Badía.
 
Con tales antecedentes, su curiosidad innata y su deseo de integrarse en la vida local hicieron el resto. Siempre con una cámara fotográfica en la mano, descubrir Elda, sus alrededores, sus gentes, sus costumbres y su vida cotidiana se convirtió para él en un estilo de vida.
 
Fruto de este viaje de madurez, Eric Borremans nos presenta, en esta su primera exposición individual, una sorprendente colección de instantáneas urbanas dominadas por el color y las sombras. Una visión de Elda fresca y renovadora, obtenida gracias a unos hábiles reflejos que le permiten —regla número uno de la fotografía callejera— aprovechar la oportunidad.
 
Pero Eric no olvida sus raíces. De vez en cuando regresa a Bruselas, observa, fotografía, compara. Con su peculiar sentido belga del humor, hoy nos propone un acertijo: expone dos únicas fotos de su ciudad natal. Búsquenlas. Encuéntrenlas. Disfrútenlas.